El Hierro, una isla viva
- José Morales
- 17 feb
- 5 Min. de lectura
Actualizado: 17 mar

Con unos 5.000 metros sobre el lecho oceánico y 1.501 sobre el nivel del mar, se alza un edificio volcánico único: El Hierro. Con 1,12 millones de años de historia emergida, esta isla volcánica, asentada sobre la corteza oceánica de la placa africana, forma parte del Archipiélago canario, en el corazón del océano Atlántico. Hoy, 11.806 personas viven en este rincón del mundo, un lugar único cuya constante interacción con las fuerzas naturales marca el día a día de los herreños.
El Hierro no es solo una isla, es un territorio en transformación constante, donde naturaleza y habitantes se adaptan y conviven, disfrutando de una vida que, lejos de ser estática, es vibrante y singular.
Recuerdos de "la época de los volcanes"
Quiero presentarles a mi bisabuela Hilaria, una mujer de Isora. Mi padre recuerda caminar con ella por la zona de El Majano y alzar la vista hacia Los Hilochos y Las Chamuscadas. En ese momento, mi bisabuela le decía: "Eso fue de cuando los volcanes". En sus palabras resonaba el conocimiento popular de que todas esas elevaciones del horizonte herreño tenían un lejano pasado de lava y ceniza. También contaba que, en sus horas de tienda, que en esa época era el “centro neurálgico” de la zona, escuchaba acalorados debates entre los vecinos sobre si "las montañas verdes reventaban, pero las negras no, porque ya lo hicieron".
Mi abuela Maruchi, por su parte, recuerda haber oído a mi tatarabuela Clotilde, suegra de Hilaria, hablar con las mujeres de la zona mientras realizaban los quehaceres diarios sobre “los temblores que había habido por la noche, que hacían bailar los armarios”.
Ecos de la historia volcánica
No es de extrañar que los herreños supieran que esas elevaciones del paisaje tenían un origen volcánico, pero lo veían como algo muy distante. Desde tiempos casi bimbaches, no ha habido una erupción subaérea (por encima del nivel del mar) en la isla. Sin embargo, El Hierro ha sido testigo directo de las erupciones de sus hermanas mayores, observando desde la isla los resplandores rojos en las crestas de Tenerife y La Palma en distintos momentos de la historia, como ocurrió con el Tajogaite en 2021.
A día de hoy sabemos que gran parte de la actividad volcánica reciente de El Hierro ha sido submarina, pasando casi desapercibida para la población
También, En 1793 se registró la mayor crisis sísmica hasta 2011. En la zona de La Dehesa, un pastor reportó “la presencia de una mena de azufre”, además el conocimiento anterior de un pozo de emisión de aguas tibias (Pozo de La Salud), lo que llevó a muchos a pensar que en la zona podría surgir un volcán. A día de hoy sabemos que gran parte de la actividad volcánica reciente de El Hierro ha sido submarina, pasando casi desapercibida para la población.
No solo volcanes
El Hierro no solo ha sido moldeado por la lava y la ceniza, sino también por el agua y el viento. Los grandes movimientos en masa han dado forma a sus tres vertientes, generando una constante actividad geológica. A mediados del siglo pasado, en la zona de La Corredera, en El Golfo, la reducción de la masa forestal en la cumbre por un gran incendio, seguida de intensas lluvias, desencadenó una gran avenida fluvial. El torrente arrastró enormes cantidades de material, sepultando tierras de cultivo y casas. De ahí proviene el nombre de La Corredera, donde hoy se encuentran La Rambla y el Ayuntamiento.
En 1988, el pueblo de El Mocanal vivió un evento recordado por muchos: una fuerte crecida del barranco de Taguacinte rompió el puente del mismo nombre, causando pérdidas humanas. Un suceso similar ocurrió en El Pinar en 2007, aunque sin víctimas. También en 2007, un movimiento complejo de vertiente en Gorreta provocó un fuerte desplazamiento de material con graves daños en el Lagartario y Guinea. Durante las crisis sísmicas de 2011-2013, se observaron numerosos desprendimientos en las paredes rocosas de la isla, algunos de los cuales destruyeron estructuras.
El viento también juega un papel clave en la dinámica herreña. El dominio de los alisios, los vientos predominantes en las islas, puede cambiar en momentos específicos a un régimen del sureste, generando ráfagas de cientos de kilómetros por hora que han causado importantes daños materiales a lo largo de la historia en el municipio de La Frontera.
Por último, pero no menos importante, está el océano. El Hierro se encuentra en plena rama descendente de la Corriente Atlántica del Golfo, lo que genera un fuerte oleaje en el norte y fuertes corrientes en el oeste y el este. Estas corrientes han causado víctimas a lo largo de la historia y algunos daños materiales en zonas costeras.
Una isla viva, llena de herreños
Después de leer todo esto, puede parecer alarmante saber que El Hierro es una isla tan dinámica y con tanta actividad. Sin embargo, gracias a cada uno de estos procesos tenemos la isla que hoy conocemos y disfrutamos. Si alguno de estos elementos fallara, todo el sistema colapsaría.
Sin la acción de las corrientes oceánicas, la vida marina no prosperaría en sus costas y el modelado litoral no existiría. Sin la acción del viento, no habría transporte de partículas, pequeños organismos y agua atmosférica, esenciales para el equilibrio de la vida y la fertilidad del suelo. Además, los bosques no tendrían oportunidad de supervivencia en la isla. Sin los movimientos de vertientes y los deslizamientos, no existirían lugares como El Golfo. Sin los movimientos de agua superficial, no habría barrancos ni manantiales, elementos vitales para la supervivencia de nuestros antepasados. Y, sin la acción de los volcanes, las islas de Canarias jamás habrían nacido.
Por lo tanto, como sociedad, no debemos temer a nuestro hogar y su naturaleza, sino aprender a convivir con ella, entenderla y estudiarla. Solo así podremos aprovechar sus recursos y mantener una convivencia en este paraíso sin lamentar daños materiales o personales.
Vivimos en una tierra forjada por los volcanes, esculpida por el agua y el viento, y abrazada por el mar; eso nos hace herreños: fuertes, resilientes y profundamente conectados con nuestro entorno
Por todo esto, El Hierro no es solo una isla llena de historia y naturaleza, sino un lugar único en el mundo, donde los caprichos de nuestro planeta nos han regalado un hogar excepcional. Vivimos en una tierra forjada por los volcanes, esculpida por el agua y el viento, y abrazada por el mar, y eso nos hace herreños: fuertes, resilientes y profundamente conectados con nuestro entorno. Así que no hay razón para temer a nuestra isla ni a nuestro archipiélago, sino para celebrarlos, honrarlos y sentirnos orgullosos de llamarlos nuestro hogar.