Despidiendo al sol desde El Hierro
- Sofía Clavijo
- 17 mar
- 3 Min. de lectura

Cada vez que regreso a El Hierro, tengo la reconfortante sensación de que se silencia el ruido y los relojes parecen ralentizarse. La vida allí se vuelve más sencilla, más liviana, y la naturaleza es la que marca los tiempos. Hoy en día, eso es un auténtico lujo. Un lujo que tenemos el deber de cuidar y preservar.
Me gusta decir que la isla tiene un ritmo propio que inspira a todo aquel que esté dispuesto a dejarse llevar. Una atmósfera limpia, los terrenos salvajes y vírgenes y las aguas del Atlántico bañando sus costas, son un escenario perfecto para casi cualquier plan al aire libre.
Si conoces El Hierro, sabes muy bien de lo que escribo; si no lo conoces, te adelanto que es probable que te enamores de la isla tan intensamente como de tu primer amor
En una de las islas más pequeñas de Canarias, la belleza y la magia de los atardeceres se multiplica no sé ni por cuánto… Te comparto mis lugares favoritos para que puedas descubrirlo tú mismo.
Tacorón
Aguas cristalinas y tranquilas rodeadas de un paisaje volcánico y salvaje que siempre atrapa. Situada al suroeste de la isla, esta playa cuenta con buen clima durante todo el año, es un seguro de sol incluso en los meses de invierno. Mis mejores chapuzones en Tacorón han sido en noviembre, así que no hay excusas para no darte un baño.
Su fondo marino es otra maravilla herreña que hay que descubrir. Tacorón pertenece a la reserva marina del Mar de Las Calmas, por lo que la biodiversidad y la belleza están garantizadas en sus aguas… ¡qué no se te olviden tus gafas de snorkel, por favor!
Cuando cae el sol en este lugar, el espectáculo está servido. Cielo, océano y montañas se tiñen de todos los colores que puedas imaginar. Para mí, momento ideal para descorchar un buen vino herreño e inmortalizar el momento, en una foto o en tu retina.

Piscinas naturales de La Maceta
Situada en el Valle del Golfo, es uno de los lugares de visita obligatoria. Y no es porque sean las piscinas de mi infancia -que también-, pero la energía y belleza de este lugar no defraudan. Desde aquí se tiene una panorámica perfecta del atardecer, con los Roques de Salmor a la derecha y la punta de Arenas Blancas en el otro extremo. Sin duda, el sol se esconde bien custodiado.
Cuenta con zona de merendero preparada para hacer asaderos, amplio solárium y escaleras de acceso a las piscinas. Es una zona de baño cómoda y acogedora, ideal para toda la familia, pero debes tener precaución cuando hay pleamar o fuerte oleaje.
El último baño del día aquí puede ser considerado terapia natural, es como hacer un reset de cuerpo y mente. Mires a donde mires, este lugar guarda encanto en cada uno de sus rinconcitos.

Mirador de La Peña
Uno de los miradores más impresionantes de Canarias. Desde este balcón natural ubicado en Guarazoca, se pueden apreciar las imponentes cumbres herreñas, el Valle del Golfo y los Roques de Salmor. Si el cielo está despejado, se pueden ver nuestras queridas islas vecinas de La Palma y La Gomera. Siempre me ha parecido sorprendente admirar la costa desde esta perspectiva; los acantilados dibujan líneas escarpadas y desiguales, un reflejo inevitable de la naturaleza volcánica que contrasta con el azul intenso del mar del norte.
El Mirador de la Peña fue diseñado por el gran César Manrique. Representa a la perfección el estilo del diseñador lanzaroteño, que apostó por la creación de espacios que están en sintonía con el entorno y respetan la esencia del lugar. Cuenta con un restaurante, por lo que puedes saborear la gastronomía herreña en un enclave inmejorable. Un cafecito al atardecer en este mirador es terminar el día por todo lo alto, y nunca mejor dicho.

El Verodal
Al llegar a esta playa de arena rojiza toma auténtico significado la palabra desconexión. Situada al oeste de la isla, está rodeada de un paisaje prácticamente virgen y tremendamente bello. El sonido de las olas rompiendo se convierte en la única banda sonora del momento; las prisas, el ruido y la cobertura del móvil, no están invitadas.
Como es habitual en las playas de la isla, El Verodal tiene una zona de merendero bien acondicionada. Cualquier tentempié aquí sabe el doble. Es importante tener en cuenta que esta playa no cuenta con vigilancia acuática y el baño está desaconsejado, ya que es una zona de fuertes corrientes.
Despedir el sol con los pies enterrados en la arena, me hace recordar que los ciclos de la naturaleza son perfectos. Ojalá aprender un poquito más de ella y albergar la eterna certeza de que el sol siempre volverá a salir.
